Maldición!

Saldrán mentiras de tus ojos
de todos tus huecos
a chorros
y no recibirás un solo beso sobre tus labios secos,
ninguno, al menos, que te regale el olvido.
Se pudrirá la carne entre tus huesos fríos
pero nunca morirás del todo.
Y si llegaras a morir,
si por algún milagro disparatado algo tan verdadero como la muerte llegara a pasarte,
reencarnarías en una heladera.
Elegante
robusta
con un tomate reseco y podrido en el centro exacto de tu vacio

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